Libro: “Casas de
Barrio” (se adormecen, se despiertan y se iluminan)
Autores: Rodolfo
Livingston y Nidia Marinaro
Editorial: Nobuko
Año: 2011
Con fotos de La Plata ilustramos este fragmento extraído
del capítulo Los Reglamentos:
Este asunto de las medianeras caracteriza a las ciudades argentinas y no
es frecuente en otros países. Surgen de un papel, de un conjunto de normas.
Estos edificios de “propiedad horizontal”, como se denominan aquí, se
levantaron en los mismos lotes de 8.66 m donde estaban las casas chorizo, que
fueron - y son- demolidas. Es así como barrios de casas bajas son agredidos por
esas impúdicas medianeras, alterando la fisonomía de la cuadra, proyectando
sombra sobre las casas linderas, afeando la ciudad y condenando a buena parte
de los habitantes de esos mismos edificios, a mirar un pozo de “aire y luz”.
Esos paredones ciegos no fueron imaginados por el legislador anónimo, porque se
daba por sentado que otros edificios se irían pegando entre sí, formando un
frente continuo en la ciudad, sin paredones a la vista. Solo olvidaron un
detalle: si tal cosa ocurriera, la ciudad de Buenos Aires alcanzaría, dentro de
sus límites municipales, la horrorosa cifra de 95 millones de habitantes, en
lugar de los 3 millones actuales.
En estos días los vecinos de los barrios se movilizan contra los
“emprendimientos” de torres entre sus casa bajas. Nosotros los apoyamos cuando
nos lo solicitan porque creemos defender una causa justa. He visto demoler
casas chorizo bien reformadas, en perfecto estado, porque quedaron encerradas
entre dos torres. Tampoco es lógico, teniendo en cuenta la escasez endémica de
viviendas, demoler casas en buen estado.
¿Cuáles son las causas de esta contradicción frecuente entre la
normativa y la realidad? Estas contradicciones no se presentan en todos los
rubros. Por ejemplo, las normas del yachting
que regulan las carreras de veleros, son aceptadas por los participantes,
quienes las encuentran lógicas, porque fueron hechas por ellos mismos. Y aquí
está una de las claves para comprender este asunto. Las normas de edificación
no fueron hechas por arquitectos creativos, interesados en la estética de la
cuidad y acostumbrados a enfrentar la diversidad de situaciones que se
presentan en las casas, sino por burócratas, que solo piensan en prohibir, sin imaginar los caminos para
resolver. Pero las normas diseñan.
Otra causa es la falta de revisión periódica, que debería incluir la
opinión de los vecinos, además de los profesionales.
Hay otro factor que arroja sombra - como las torres - sobre los mencionados
más arriba, y es la cantidad de dinero en juego cuando se levantan esas torres.
La ganancia de algunos pocos se convierte en una fuerza poderosa cuando éstos
están aliados con el poder. “El interés es la medida de las acciones” reza un
principio jurídico que se cumple en la toma de decisiones; cuando el interés es
la codicia, es un sistema fundado, precisamente, en la codicia como impulsor de
la economía, es difícil que prevalezcan los deseos de los vecinos. En algunos
casos se logra y el triunfo levanta los ánimos.
¿Y cuáles son las consecuencias, en la práctica, de los reglamentos
inadecuados? Sencillamente el incumplimiento de las normas, que es notablemente
mayor que su acatamiento.
Si levantamos la vista en las avenidas de Buenos Aires y otras ciudades
grandes, veremos todo un muestrario de ventanas antirreglamentarias, que no
contradicen la ética ni la lógica; ésta es penas una, entre muchas violaciones
de los códigos de edificación y de otras normas vigentes.
En Argentina estamos batiendo un record - quizás mundial - en materia de ilegalidad.
En Argentina estamos batiendo un record - quizás mundial - en materia de ilegalidad.
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