A poco más de siete meses de la más terrible inundación de la ciudad, y a días de los "festejos" del 19 de noviembre organizados por la administración municipal, la devastación e imprevisión que llevó a La Plata al desastre del 2 de abril no se ha detenido.
Los "emprendimientos" destructores de la ciudad siguen a paso acelerado, mientras que se dilata la derogación del COU y el inicio de las obras saneadoras de la infraestructura se pierde en una maraña de cálculos políticos.
Al mismo tiempo, los vecinos damnificados no han recibido ni indemnizaciones ni subsidios acordes a la magnitud de sus pérdidas, y sufren en cambio la presión de los especuladores, que devoran la ciudad a ritmo febril.
Qué importa lo que quedará de la ciudad, si el negociado es hoy. Qué importa la próxima lluvia, o si la ciudad queda entre sombras y cables. Qué importa si no hay infraestructura, y si la que hay la llenamos de concreto. Qué importan la expulsión de sus vecinos, el cordón de pobreza de los márgenes de la ciudad o la calidad de vida de sus habitantes.
El Código lo habilita.
El CUOT lo permite.
El intendente pone la firma.
Obras Particulares está de acuerdo.
Los barrios del casco urbano devastados por la inundación se han convertido en aquellos donde más edificaciones en altura están en curso, sin que el estado tome nota, ponga un freno o regule. Una vez más, sin que se siga la menor planificación.
Luego la responsabilidad de la tragedia será de la lluvia, del tránsito, o de la violencia.
