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lunes, 7 de junio de 2010

Dueño Vende





El nuevo código urbanístico de la cuidad de La Plata promete ser el cartel de venta del espacio público urbano.





Paradójicamente, mientras el nuevo código urbanístico era aprobado por el Concejo Deliberante en la tarde noche del día miércoles 19 de abril pasado, a pocos pasos (en el Salón Dorado del Palacio Municipal de La Plata) se llevaba a cabo el acto de inicio de las “Jornadas Internacionales de Patrimonio y Desarrollo” con la presencia del Sr. Intendente diciendo “...en mi agenda está como prioridad el patrimonio local...”



El nuevo COU, tal como lo denominaron, permitirá las construcciones en altura de manera desmesurada en toda la ciudad, afectando más directamente a 144 manzanas del área centro tratando mediante los reguladores urbanísticos, a todos los barrios de la ciudad de la misma manera, haciendo que se pierda la identidad barrial que tanto caracteriza a nuestra ciudad. Dejarán en absoluta sombra a las propiedades linderas, llevando a los vecinos a perder la privacidad de su propiedad, con las fachadas del contrafrente de decenas de departamentos que, desde las alturas, miran los patios del terreno lindante. La vivienda unifamiliar queda condenada a la expulsión del centro urbano cediendo ante la presión de los edificios de departamentos que imponen soberbiamente sus nuevas condiciones de vida a cada sector donde se implantan.



La cantidad de personas que deberá contener la trama urbana se ve incrementada de manera abrupta. Por ejemplo, un terreno que sólo albergaba cuatro o cinco integrantes de una familia, de buenas a primeras deberá sustentar 20, 60 o más habitantes cada uno, según sea el caso. Imaginemos dicha situación multiplicada por el número de parcelas que hay a ambas caras de una misma cuadra: pérdida de identidad barrial, infraestructura de servicios ineficiente, ya que no fue diseñada originalmente para soportar dicha demanda, ni mucho menos reacondicionada a posteriori acompañando la decisión de densificar no sólo el casco urbano sino toda la región del Gran La Plata, razón por la que en algunos barrios ya existen problemas en la presión del gas natural, más allá de los sistemas cloacales y de presión de agua de la red que hace años sufre casi toda la ciudad.



Además, cabe destacar que el crecimiento exagerado en el área del microcentro, que desde ya hace tiempo se encuentra colapsada debido a las desmedidas construcciones en altura, es una cuestión que se incrementará con el nuevo código dando como resultado una notable disminución del asoleamiento del espacio urbano. La carencia de un pertinente análisis de barrido de sombras, con un estudio serio y minucioso que garantice la llegada de sol, tanto a los espacios públicos como privados, reducen las condiciones de habitabilidad y salubridad que cualquier sitio en que viva el hombre debe tener.



¿Por qué el nuevo Código de Ordenamiento Urbano no cumple con las condiciones de asoleamiento y habitabilidad mínimas que debieran garantizarse en cualquier lugar habitable? Parece que quienes han elaborado ese documento desconocen o reniegan de los valores de la ciudad sostenidos desde sus orígenes y la trascendencia que ésta ha tenido, a nivel nacional e internacional, por sus cualidades “higienistas”, ejemplo de salubridad urbana por su escala y concepción integral. Ciudad-territorio pensada para una población que se estimaba en no más de 250.000 habitantes que verían cubiertas sus necesidades de educación, esparcimiento, salud, abastecimiento y tantos otros requerimientos que, aún hoy, son indicadores de una adecuada calidad de vida para todos.



El nuevo COU permite la subdivisión, en parcelas de dimensiones urbanas, del sector de 66 a 52 a partir de calle 198, uno de los cinturones fruti hortícola más importantes de la región, atentando con la supervivencia del Gran La Plata ¿Con qué será alimentada la cantidad de personas que se piensa “meter” en la ciudad? Teoría conocida desde los viejos tratados de las Leyes de Indias, donde la ciudad y su territorio circundante se trazaba a partir de una plaza central con manzanas loteadas en torno, una zona de quintas y otra zona de chacras, de manera de cubrir las necesidades básicas alimenticias de la población que albergaría.



Si nos detenemos a analizar brevemente las acciones que se llevan a cabo, parece ser un inconsciente plan para destruir la ciudad. Como si no bastara con el nuevo COU, por estos días podemos ver cuadrillas podando o mejor dicho “tronchando” la copa de muchísimos árboles añosos que se emplazan en la vía pública. Decimos inconciente, porque se da por supuesto que existe un desconocimiento de los beneficios del arbolado urbano y del rol que cumplen en las grandes urbes. Se supone que se desconoce que el follaje de los árboles en la vía pública amortigua un porcentaje considerable de los rebotes de ondas sonoras emitidas por los vehículos, que además son un regulador natural de las altas temperaturas en verano, bajando casi 6 grados la temperatura ambiente de las ciudades densificadas. Además de las funciones ya conocidas que ejercen, como la absorción de un alto porcentaje de los metales pesados que libera la combustión vehicular (cancerigenos que serian absorbidos por los habitantes), transforman el dióxido de carbono en oxigeno, haciendo el ambiente urbano mas saludable para el hombre. En la misma línea de pensamiento se encuadra los permisos que se han otorgado para seguir construyendo sobre el pulmón verde que es el Paseo del Bosque de la ciudad, así como también la propuesta que existe de atravesar desafortunadamente el Parque Pereyra Iraola con una autopista.



Los procesos participativos han sido dejados de lado en la formulación y aprobación del COU ya que ni instituciones ni vecinos han sido invitados o consultados para realizar este cambio.
La intención de densificar sin mesura la ciudad deja en claro que estamos frente a un “plan” que no responde a una trascendental, aunque sencilla, pregunta: ¿QUÉ CIUDAD QUEREMOS?



Dado que entendemos que la puesta en vigencia del COU pone en crisis la sustentabilidad de toda la región, sumemos nuestros esfuerzos para exigir que, de modificarse la Ordenanza de Ordenamiento Urbano, se haga con el procedimiento adecuado (en el marco de un plan estratégico regional sostenible, un modelo urbano y territorial coherente, un plan de manejo del patrimonio construido, etc.) y basado en el respeto a nuestro derecho a conservar nuestra identidad y calidad de vida.