PANORAMA
HÍDRICO EN LA REGIÓN
Zona
de riesgo
Especialistas,
institutos y asambleas venían alertando acerca
de
la posibilidad de un anegamiento en la ciudad de La Plata. Sin
embargo,
desde el municipio no se tomaron en cuenta esas voces de
alarma.
Si bien la cantidad de agua caída el pasado 2 de abril fue
extraordinaria,
la magnitud del desastre pudo haberse reducido si se
hubiesen tenido en
cuenta las recomendaciones realizadas.
Por Daiana Melón
La inundación
del pasado 2 de abril que afectó a la ciudad de La Plata, y en menor medida a
los partidos de Berisso y
Ensenada, puso en evidencia un riesgo que numerosos especialistas venían
anunciando desde hace tiempo.
A pesar de que la cantidad de agua que cayó fue sorprendente, la magnitud del
desastre podría haberse
reducido si se hubieran tomado medidas preventivas y readecuado obras que
quedaron desactualizadas frente al
exponencial crecimiento que experimentó el partido durante las últimas décadas.
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) afirma que el espacio verde óptimo por habitante es
de 15m2, estableciendo
un mínimo de 10 m2. En los últimos diez años, en la ciudad se redujeron
ampliamente los espacios
libres de construcción. Si bien la legislación vigente determina que por cada
construcción se debe dejar el
40% libre del terreno, en muchos casos esta norma no se cumple, ante la falta
de control del gobierno
municipal. A pesar de que existen multas ante esta violación, las mismas son
irrisorias frente a las
millonarias inversiones que realizan las grandes empresas constructoras.
Desde hace años,
especialistas, instituciones y ONG’s alertan en torno a la posibilidad de un
anegamiento en las
antiguas planicies de inundación de los ríos entubados, y en los márgenes del
Arroyo del Gato. Sin embargo, el
municipio no realizó la adecuación de las obras y permitió que se continuaran
impermeabilizando los suelos a
partir de las construcciones.
En el año
2006, el Instituto de Geomorfología y Suelos - Centro de Investigaciones de
Suelos y Agua de Uso Agropecuario
(IGS-Cisaua), dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la
Universidad Nacional de
La Plata (UNLP), realizó y publicó un informe titulado “Análisis Ambiental del
Partido de La Plata.
Aportes al Ordenamiento Territorial”, en el que presentaba un análisis en torno
al riesgo hídrico existente en
la ciudad y un mapa de las zonas que se encontraban en peligro de inundación, y
los factores que
acrecentaban la posibilidad de un anegamiento. En este
marco, para analizar lo sucedido, Materia
Pendiente realizó varios llamados a la Subsecretaría de Obras
Públicas de la Municipalidad de La Plata, con el objetivo de solicitar una
entrevista, pero no dieron ningún tipo
de respuesta.
En las
últimas décadas el mercado inmobiliario se desarrolló exponencialmente en
Argentina. En el caso de La Plata
el crecimiento fue aún mayor. “Entre 2002 y 2009, según la Dirección General de
Estadística de
la
Municipalidad de La Plata, hubo una tasa media anual de crecimiento de las
construcciones del 50 por ciento. Eso
es una barbaridad, considerando que a nivel país fue del 17 ó 18”, afirma el geógrafo
Gabriel Losano, integrante de
la Asamblea Defendamos La Plata.
De esta
forma, se modificó notablemente el paisaje urbano de la ciudad. El casco
fundacional fue la zona que sufrió
las mayores transformaciones, se destruyeron construcciones históricas, se
redujo la cantidad de espacios
verdes o libres de edificación, aumentaron las alturas de los edificios y se
cementaron gran parte de las
veredas. Esto se tradujo en una mayor concentración de contaminación del aire y una reducción exponencial
de los suelos absorbentes.
“Con las
construcciones se acrecienta el índice de impermeabilidad del suelo y de correntía.
En el caso de La Plata, en
los últimos años, han aumentado mucho, a pesar de que el modelo fundacional
contemplaba tener un
porcentaje bastante alto de suelo libre de construcción”, manifiesta Losano. De
esta forma, al aumentar el número
de edificaciones y los espacios pavimentados, el agua no tiene mucha tierra en
la cual infiltrar,
por lo que, cuando se producen precipitaciones importantes, la misma se
concentra y aumenta en el nivel de
los arroyos.
En el año
2000, se creó en la ciudad de La Plata, bajo la Ordenanza Nº 9231, un Código de
Planeamiento Urbano, el
cual se constituyó tras cuatro años de debate entre funcionarios, diversos
especialistas y profesionales, acerca de
cuáles eran las medidas más adecuadas que debían adoptarse para regular y
legislar la
construcción en el Partido de La Plata.
Una década más
tarde, en junio de 2010, se sancionó el nuevo Código de Ordenamiento Urbano y
Territorial (COUT), sin
contar con un debate entre los diversos actores que intervienen en lo referente
a la planificación territorial
del partido. Sólo se convocó, en ese caso, a cámaras constructoras,
inmobiliarias y a unos pocos
especialistas. En la normativa, se amplían las alturas permitidas en los
edificios, se da vía libre a la construcción
sobre humedales y al establecimiento de countries, y a la subdivisión de
parcelas en el área frutihortícola
de la ciudad.
Tras su sanción,
la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, -que había sido miembro del
Comité que debatió
el Código de Planeamiento Urbano del año 2000-, emitió un comunicado en el que
planteaba su rechazo al
nuevo COUT y afirmaba que “la ciudad es un bien de todos, y por ende la
construcción de la misma debe ser
consensuada para poder garantizar su sustentabilidad urbano ambiental, social y
económica”.
A pesar de
los rechazos emitidos desde la unidad académica y desde diferentes organizaciones de la sociedad civil, el
COUT no sólo no fue debatido, sino que se dio vía libre a la construcción de
torres y edificios. “Se siguió construyendo
en las zonas bajas, se siguió ampliando la zona impermeable, no se tuvo en
cuenta la ampliación permanente de
los desagües pluviales que deberían realizarse, se sigue usando el Arroyo del
Gato como una especie
de gran desagüe de toda la ciudad”, apunta la geóloga e integrante del
IGS-Cisaua, Mirta Cabral.
Por otro
lado, la rezonificación que llevó adelante el nuevo COUT permite la edificación
sobre territorios bajos, que se
encuentran en alarma permanente frente a posibles anegamientos, y que funcionan
como una barrera al
curso de agua. “Se están ocupando los bañados, y, al ocuparlos, no sólo que se
impermeabiliza, sino que se
rellenan los terrenos. Si todo eso no se acompaña de obras, sucede lo que pasó:
el agua se dirige al Río de La Plata,
y al colocar un dique en su camino, como puede ser la autopista o las
urbanizaciones, se impide su escurrimiento”, sostiene el
integrante de la Asamblea Defendamos La Plata.
Al
impermeabilizar las planicies de inundación y las antiguas zonas inundables, el
agua llega a los cauces de los arroyos
con mayor velocidad, provocando una crecida importante de su nivel. En este
sentido, el biólogo Gustavo
Bulus, integrante del Centro de Investigaciones en Medio Ambiente (CIMA), de la
Facultad de Ciencias
Exactas (UNLP), afirma: “Si existen cursos de agua sobre los cuales una buena
parte de su superficie está
impermeabilizada, el agua corre mucho más rápidamente que si existe un sistema
natural, en el cual el curso se hace
más ancho o más angosto, y presenta la aparición de zonas vegetadas que frenan
la velocidad”.
Además, el
aumento del caudal del arroyo provoca desbordes que afectan a quienes habitan
en las antiguas planicies de
inundación. “La modificación del paisaje natural es lo que da origen a la
vulnerabilidad de la gente
que está en las zonas adyacentes a los arroyos. Una región que modifica
totalmente el medio natural y lo
impermeabiliza, hace que el agua caída en cabecera de los arroyos llegue
muchísimo más rápido al cauce,
entonces no hay manera de que los pluviales, pensados para una ciudad mucho más
pequeña, respondan
ante semejante cantidad de agua”, manifiesta Cabral.
Aunque no los veamos
Gran parte de
los ciudadanos platenses ignoran que bajo el cemento existen cuencas que fueron
entubadas hace décadas:
el Arroyo Pérez, que ingresa al cuadrado principal de la ciudad por el extremo
este; y el Arroyo
Regimiento, que penetra por el ángulo sur. Estos son dos afluentes del Arroyo
del Gato y atraviesan la ciudad
bajo la superficie.
“El objetivo
de entubarlos era que la nueva ciudad no recibiera, en su interior, cursos que
la atravesaran, entonces los
hicieron pasar por debajo. Lo que pasa es que eso implica un riesgo cuando no
se sabe cómo va a crecer
la ciudad o, en todo caso, se tiene que tener en cuenta que, en la medida que
vaya creciendo, hay que
adecuarlos”, ya había afirmado la geóloga Mirta Cabral antes de la gran
inundación de abril, en una entrevista
realizada con este medio en noviembre de 2012. El entubamiento de estos arroyos
se realizó hace algunas
décadas y, posteriormente, no se realizaron obras de readecuación, ni se
llevaron adelante análisis de
cuánto había aumentado su caudal.
De esta
forma, los cálculos que se hicieron al momento de realizar las obras quedaron obsoletos frente al desorbitante
crecimiento de la ciudad de La Plata. “Hay obras de entubamiento que tienen 30
o 40 años. Lo que habría
que hacer es un estudio de cuánto se amplió la superficie de inundación, porque
después de tantos años la
captación de agua no es la misma, por más que las precipitaciones hayan sido
estables, y no lo fueron”, asevera el
integrante de la Asamblea Defendamos La Plata, Gabriel Losano.
Así, al
quedar desactualizado el diámetro de los caños para la cantidad de agua que
circula por el afluente, las antiguas
planicies de inundación se ven afectadas por los anegamientos. Entonces, hay
que tener en cuenta
que, si se entuba un arroyo y se construye sobre esa superficie “cuando llueve
mucho el agua conserva la
memoria de la ley de gravedad e intenta escurrir por las pendientes hacia los
colectores (los conductos
subterráneos por los cuales se vierten las aguas provenientes de las
alcantarillas)”, indica Mario Hernández,
director de la Maestría en Ecohidrología, dependiente de las facultades de
Ciencias Naturales e Ingeniería de
la UNLP. “Pero eso no ocurre, dado que existe una superficie cubierta o a lo
sumo una boca de tormenta de
la que brota más agua. Con lo cual, si se quiere entubar, hay que hacerlo con
mucho cuidado”, aclara Hernández.
Al límite
Frente al
avance de la especulación inmobiliaria y a los precios que alcanzan los
terrenos en la ciudad de La Plata, una
parte de la población, en su mayoría aquella que no cuenta con las necesidades
más básicas, se ve
obligada a tener que asentarse en las márgenes del Arroyo del Gato. Además de
tener que sufrir el contacto
permanente con un foco de contaminación y residuos como lo es esta cuenca, las
personas se ven
expuestas a los anegamientos que pueden llegar a producirse ante eventuales
crecidas del cauce (ver Materia Pendiente Nº 8).
“No se puede
seguir dejando que la población se asiente en los valles aluviales de los ríos,
al permitirlo se están ocupando
lugares que corresponden al agua y cuando el río o el arroyo crece no tiene el
paso en un valle más ancho,
tiene el paso por donde puede”, manifiesta Hernández. A pesar de que gran parte
de la población vive en una
situación de riesgo, desde la Municipalidad de La Plata no se realizaron obras
con el objeto de evitar que la
población asentada en las zonas adyacentes al arroyo no se inunde frente a una crecida.
Por otra
parte, el grado de polución que existe en el lugar y la ausencia de un plan de
limpieza permanente de la cuenca,
generan no sólo focos de enfermedades, sino también un bloqueo del curso normal
del agua.
“No se tiene
en cuenta el grado de la contaminación ni el curso de agua para que éste no
trabaje como si fuera una
gigantesca descarga cloacal. El Arroyo del Gato en su parte inferior es casi un
riachuelo, no hay oxígeno, los
únicos animales que se encuentran son tortugas, hay constantes eventos de
contaminación, de descarga, se
tira basura permanentemente”, subraya Gustavo Bulus. La
problemática surge principalmente ante la falta de una política en torno a la
vivienda y al uso del suelo adecuada para
la realidad que hoy debe enfrentar la ciudad de La Plata. En este sentido,
Losano afirma: “No hay una
planificación urbana, hay un código de edificación que no quiere decir
planificación urbana, lo que está
dando como resultado un mayor incremento de los coeficientes de impermeabilidad
y de correntía, y esto se suma a la falta de
infraestructura hídrica”.
La tragedia que pudo haber sido
En medio de la inundación que afectó a la ciudad de La Plata, Berisso
y Ensenada, se produjo un importante incendio en la planta industrial de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF),
ubicada en el Barrio Mosconi, de Ensenada. “La cantidad de agua caída hizo rebalsar los piletones que cuentan con
una mezcla de agua e hidrocarburos. Al rebalsar estas piletas, el combustible derramado fue llegando hasta
uno de los hornos de coque, y al entrar en contacto el combustible con el coque, que estaba a unos 500 o 600
grados de temperatura, se produjeron dos explosiones y un incendio muy grande que puso en riesgo a buena parte
de la población”, afirma el integrante de la ONG Ala Plástica, Alejandro Meitin.
En medio de la inundación, una numerosa cantidad de habitantes de las
zonas aledañas a la destilería debió abandonar su casa a causa del incendio que se estaba produciendo. En relación a
esto, Meitin sostiene: “Las personas que viven a metros de la planta, tuvieron que autoevacuarse por miedo a la explosión,
en medio de la noche, bajo la lluvia, sin luz, con el agua a la cintura, sin ningún tipo de plan de evacuación, ni
por parte del Municipio, ni de la empresa. Tuvieron que irse tapados por una lluvia de coque, y con el Polo Petroquímico
temblando a punto de explotar”.
Al bajar el agua, numerosas casas de barrios cercanos a la planta
encontraron marcadas sus paredes con un aceite similar al combustible. “Este hollín de coque ha demostrado en gran
medida los efectos de esta polución. En realidad, toda esta zona, históricamente, recibe una descarga de hollín en
cargas mínimas. La explosión de la destilería nos demuestra en forma muy fehaciente y visualmente muy impactante, cuál es
el espacio o el área de la contaminación que día a día nos afecta”, subraya Meitin.
A pesar del grave siniestro y la contaminación del agua que se vio
reflejada en las paredes de los hogares, ni desde la empresa, ni desde la institución provincial que debe fiscalizar en
materia ambiental, -el Organismo Provincial para el Desarrollo
Sostenible (OPDS)-, emitieron declaraciones sobre lo sucedido.
Relevamiento de la Facultad de Ingeniería
Tras lo sucedido el 2 de abril, la Subsecretaría de
Recursos Hídricos del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Públicay
Servicios de la Nación encomendó a la Facultad de Ingeniería de la UNLP que
realice un informe técnico y de diagnóstico en torno al impacto que produjo la
inundación en muchos sectores de la ciudad.
Tras la firma del convenio entre el subsecretario de
Recursos Hídricos de la Nación, Edgardo Bortolozzi, y el decano de la Facultad de Ingeniería, Marcos Actis, el departamento de
Hidráulica de esa unidad académica conformó un grupo de expertos pertenecientes
a la carrera de Ingeniería Hidráulica, contando con un plazo de 45 días para la
entrega del trabajo.
El informe fue presentado y difundido durante los
primeros días del mes de junio. En él se realiza un estudio pormenorizado en
torno a la situación hidráulica del partido de La Plata y de las causas que
magnificaron la catástrofe, así como también las consecuencias que ésta acarreó.
Además, denuncian que ya existían, desde hacía tiempo, advertencias de que este
anegamiento podría ocurrir. El trabajo presentado por Ingeniería establece como
uno de los principales orígenes de lo sucedido a “la existencia de zonas
altamente urbanizadas emplazadas sobre los propios cauces y zonas aledañas. En
esta ocupación de los valles de inundación debe centrarse el origen de los
mayores daños registrados durante el evento”, sentencia el informe, y agrega: “La inexistencia
de una gestión integral del riesgo de inundaciones debe señalarse como una
causa trascendente al momento de analizar las consecuencias del evento,
principalmente en lo referente a la pérdida de vidas humanas”.
A su vez, los especialistas que trabajaron en la
confección de este informe realizan algunas recomendaciones en torno a lo que debería
realizarse para evitar otra catástrofe de estas magnitudes. Plantean que debería
confeccionarse un Plan Maestro de Desagües Urbanos, que comprenda desde la
cuenca del arroyo Carnaval hasta la del arroyo Maldonado, en el cual se
delimiten las zonas de riesgo. Otra de las sugerencias que realizan es la
implementación de una estructura organizacional que garantice la gestión
integral y permanente del riesgo hídrico.
Las siguientes fotos son ilustrativas de la situación en La Plata y no pertenecen a la nota original de la revista.