La
difusión en las redes sociales de un video grabado por un vecino, desesperado
ante la poda agresiva de los plátanos de avenida 51, sumó un nuevo hito al
brutal y prolongado maltrato al que se encuentra sometido el espacio público en
la ciudad de La Plata.
Protegido
hasta hace poco tiempo, el Eje Histórico de las avenidas 51 y 53 es el espacio
donde la municipalidad también autorizó las demoliciones más inexplicables,
para habilitar torres desproporcionadas y perjudiciales para un contexto cuya
característica era, además de la arquitectura fundacional, la escala humana,
los árboles y el sol. A este “trato dedicado”, al que debe agregarse la
desaparición de las clásicas farolas, las autoridades lo publicitan como
“recuperación del Eje Histórico”.
La
Gobernación, emplazada entre 51 y 53 –no existe 52 a esa altura-, contribuye al
ambiente con su toque particular reservándose las ramblas centenarias como
estacionamiento privado. Es el “aporte” urbano que ha legado a La Plata
el Gobernador Scioli. Sin olvidar la convalidación del Código de
Ordenamiento Urbano (COU), que la llevó a la ruina.
La calidad
de vida en la ciudad La Plata -conocida por ser una de las pocas ciudades
planificadas del mundo para el bienestar de sus habitantes, y la única de su
tiempo- se deteriora violentamente, sobre todo después del ya tristemente
célebre COU nº 10703/2010,
aprobado por la administración de Pablo Bruera y convalidado por el Gdor.
Daniel Scioli. Demandada ante la Suprema Corte por
inconstitucional, y aún pendiente de definición en los Tribunales, dicha norma
se proponía “densificar el casco”: duplicar la población. Durante ese proceso
los claros beneficiados son los especuladores inmobiliarios.
No
pensaron quienes la aprobaron en qué pasaría con la arquitectura histórica de
la ciudad, con el carácter de patrimonio nacional de La Plata. Tampoco pensaron
en cómo iban a vincularse entre sí sus densificados habitantes, con un
transporte público que ya era paupérrimo, o en cómo se garantizarían los
servicios, o en qué pasaría con la periferia. Y, a pesar de las
advertencias, faltó en quienes estaban ávidos de modificar la altura de
la ciudad -pero no de ampliar su capacidad instalada- calcular cómo respondería
la infraestructura a tanto cemento. Omisión a la que pudo dar respuesta la
lluvia de abril de 2013 en la que perdieron la vida un centenar de personas,
pero también las no tan intensas, que cada tanto ahora anegan la ciudad.
Solamente
entre 2010 y 2012 se han construido dentro del casco de la ciudad más de
2.000.000 de mts2, sólo en edificaciones superiores a 4 pisos. Un cordón de
pobreza creciente rodea la ciudad. De manera brutal se han destruido muchos de
sus irrecuperables rasgos fundacionales. Los precios de la vivienda, ahora
concentrados en pocas manos, se han disparado, así como las muertes en
accidentes de tránsito -crecieron un 35% de 2012 a 2013-. La merma en los
servicios elementales es creciente. Para coronar el panorama, la municipalidad
usa basurales clandestinos a cielo abierto, algunos incluso cercanos al centro
de la ciudad.
En este
clima, espacios verdes y árboles son los que siguen, para una administración en
la que el espacio público de la ciudad, en ofensivo estado de abandono,
equivale a una molestia si no es enajenado.
El domingo
9 de noviembre, un vecino grabó una cuadrilla que podaba mal y fuera de
temporada frente a su casa. El video lo muestra clamando por los árboles,
exigiendo por el responsable técnico y previniendo a los trabajadores sobre sus
condiciones laborales, ya que podaban sin usar arnés, cascos o protectores
auditivos. Más que atendible tras el fallecimiento de varios municipales por
las nulas condiciones de seguridad. En lugar de explicaciones a sus reclamos
recibió insultos y amenazas.
Hace unos
años, y a pesar de los reclamos de Defendamos La Plata, se recortaron las
ramblas verdes de avenida 60, para dar más espacio al tránsito, en lugar de
mejorar el transporte público o establecer ciclovías . Un par de años antes, el
magnífico Bosque público fue sórdidamente entregado. Ahora, ensombrecido bajo
el concreto de un estadio que avergüenza por lo torpe, y que avanza de manera
insólita sobre la vereda, tragándose árboles y derechos, además de la propia
memoria del club que se cercenó, de un tajo, toda su historia, El Bosque no
puede apreciarse desde un amplísimo sector de la calle. En su lugar hay un
paredón. Otras plazas de La Plata fueron concesionadas a pancherías, que
también sacaron árboles si lo encontraron necesario. La ciudad era verde, y
ahora está gris.
Y así como
los árboles necesitan de raíces en un volumen
similar al de sus copas, bajo la superficie de la ciudad evoluciona una seria
novedad generada por la falta de planificación: son innumerables los desbordes
de aguas servidas -y gravísimos los problemas de salud que pueden provocar- ante
la indiferencia de las autoridades, a la espera tal vez de que otra hecatombe
provocada los tome por sorpresa.
ABSA
responsabilizó por los desbordes a la falta de adecuación de la vieja red a los
nuevos edificios. Defendamos La Plata elevó hace unas semanas
una denuncia al Defensor del Pueblo de la Provincia, Carlos Bonicatto. Aún espera
respuesta.
El
problema no se ha dimensionado adecuadamente, o no ha importado, así como sus
consecuencias sanitarias en la que supo ser "la Ciudad Higienista" de
la Nación.
Inundaciones,
tala salvaje de árboles, basurales irregulares, destrucción de la memoria
común, saturación de redes, atraso. La pobreza también se construye.
En el caso
de La Plata, su postergación actual parece ser el resultado meticuloso de
eludir cualquier política pública que permita su prosperidad.