Opinión
La Plata, de ciudad soñada a pesadilla
POR ANGELINA MUÑÓZ OJEDA* - ESPECIAL PARA ARQ - -
Según la autora, la densificación del casco urbano de La Plata está ocasionando la pérdida del patrimonio arquitectónico, además del deterioro de la calidad de vida de sus habitantes.
La ciudad de La Plata ha sufrido en estos últimos años el deterioro de la calidad de vida de sus habitantes, provocado por el abandono de la planificación en el casco urbano y su consonancia con las zonas circundantes.
Desde sus inicios, a pocos días de la oscura sesión del Concejo Deliberante que sancionó el Código de Ordenamiento Urbano, desde la Asamblea de Vecinos Defendamos la Plata y la Asociación Civil S.O.S. La Plata (surgida poco después), alertamos sobre lo que estaba en juego ante esa medida.
La Plata tiene todo a favor: es una ciudad modelo diseñada antes de ser habitada bajo estándares racionales y ambientalmente amigables. El proyecto de Pedro Luis Benoit tuvo en cuenta la necesidad de espacios verdes y arbolado adecuado en las veredas, vías de acceso rápido como diagonales y avenidas con ramblas. Se diseñó como una urbe a escala humana, aprehensible y singular. Sin embargo, se tomó el camino más corto: densificar el centro con su correspondiente estrago, provocando la pérdida del patrimonio arquitectónico que está siendo reemplazado por edificios de diseño dudoso y materiales y normas de seguridad e higiene inexistentes. Se verifica además la falta de refuerzo de la infraestructura en servicios urbanos, tanto los sanitarios como los de transporte, el aumento de ruidos, el caos de tránsito, la imposibilidad de contar con luz solar en muchos espacios.
En este proceso hemos solicitado informes, presentado denuncias, advertido la falta de control e inspección de obra y denunciado sus consecuencias: muertes y accidentes graves de los trabajadores y habitantes, incumplimiento de las normativas, demoliciones exprés, sin redes protectoras ni carteles de obra. También, la presencia de oscuros personajes que se pasean ofreciendo tarjetas y anunciando próximos edificios linderos para provocar el pánico y la venta de inmuebles con efecto dominó. Las denuncias se presentaron ante organismos competentes nacionales provinciales y municipales sin obtener ninguna respuesta.
Aumentando las irregularidades y sin escuchar a los vecinos que sufren diariamente, los funcionarios aumentaron la apuesta al otorgar permisos provisorios para edificar en altura, guiñando el ojo según la ocasión. La propia Administración Municipal aparece auspiciando emprendimientos faraónicos de dudosos capitales privados, que implican demoliciones.
Ante esa falta de claridad en la aplicación de las reglas legales y la oscura discrecionalidad para decidir sobre el ordenamiento territorial que provoca una lesión continuada e ininterrumpida de los derechos colectivos (como el goce de un medio ambiente sano y equilibrado, y la protección del patrimonio cultural y natural) tomamos la decisión de acudir a la Justicia para que actuara en consecuencia. Porque consideramos urgente y necesario que los funcionarios públicos expongan las razones de su proceder y expliquen su accionar. Cuando hablamos de daño ambiental no estamos haciendo alusión a cuestiones abstractas ni genéricas. La trágica inundación del 2 y 3 de abril pasados revela la importancia de la protección ambiental, urbanística y del desarrollo sustentable. Es evidente que en mayor o menor medida, la normativa aplicable respecto del ordenamiento territorial incidió de manera directa sobre la inundación acaecida y sus consecuencias fatales, debido a la mayor impermeabilización del suelo y la sobrecarga de la infraestructura urbana.
Unos días después, el juzgado actuante dictó la medida cautelar que ordenó al Municipio la suspensión de nuevos permisos para levantar edificios de más de tres pisos y frenó la construcción de diez edificios de gran altura en el casco urbano. La medida fue levantada el jueves 5 de diciembre.
Sin embargo, desde ese momento histórico en la historia ciudadana, los vecinos nos hemos puesto en alerta ante nuevos movimientos constructivos en sus barrios, sumando denuncias en los organismos y verificando el cumplimiento de las normas.
Las ciudades crecen y esa es su pulsión latente, pero las normas deben ser aplicadas en forma clara y con la planificación adecuada. El resguardo del patrimonio tangible e intangible es fundamental para la identidad que nos ha caracterizado como la Ciudad de las Diagonales, de los Tilos, de la Juventud y de la Cultura y que estamos perdiendo debido a la negligencia, la ineptitud y la codicia de algunos.
La incertidumbre alegada es transversal (y por supuesto vertical) y, además de los habitantes, incluye a los trabajadores, inversores y empresarios. Todo está en duda, desde quiénes son los responsables hasta quiénes cargan con las consecuencias de los daños irreparables de la especulación inmobiliaria.
Por eso manifestamos que es la Justicia la que debe decidir, en forma objetiva y ante el estudio de las pruebas ofrecidas, sin aprietes ni maniobras, tomando medidas que nos protejan a todos. El Código de Ordenamiento Urbano no tolera más parches: por eso decimos que debe derogarse y reemplazarse por otro generado con el consenso de todas las fuerzas, para el funcionamiento armónico de La Plata, una ciudad capital.
Todos tenemos derechos y por eso solicitamos se nos permita vivir en condiciones saludables, más allá de las intenciones de los grupos poderosos o los gobernantes de turno que no piensan en el futuro o no viven en el casco urbano.
*Abogada, miembro de S.O.S. La Plata y Defendamos La Plata
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