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jueves, 13 de marzo de 2014

Página 12: Cómo es en La Plata

Reproducimos la nota publicada en el suplemento M2 de Página 12 el sábado 8 de marzo

un informe de Defendamos La Plata muestra las falacias de una industria 

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-2682-2014-03-09.html


Cómo es en La Plata

Un informe devela las mañas de la especulación inmobiliaria, que se aplican en todas nuestras ciudades. Trabajo clausura obras que el macrismo quiere dejar en paz, mientras que la Justicia frena el ovni de San Telmo.
 Por Sergio Kiernan

En su reciente columna en este suplemento, Ana Bóscolo informó con su habitual precisión sobre la batalla legal por la preservación de su ciudad, La Plata. No se trata sólo de preservar el patrimonio edificado de la gran ciudad planificada del siglo XIX, que es literalmente único, sino ya de preservar la habitabilidad del tejido urbano. Que la amenaza es meramente una cuestión de intereses económicos queda clarísimo, porque no hay proyecto de ciudad coherente, apenas un Código de Ordenamiento Urbano para el que se consultó a las grandes consultoras. La batalla por la opinión pública que sigue fuerte muestra a cada bando con enorme claridad. Una muestra es un informe lapidario, muy completo y cargado de datos concretos que acaba de publicar Defendamos la Ciudad de La Plata, la asamblea de vecinos que está poniendo un fuerte parate a la especulación. El informe puede verse completo en defendamoslaplata.blogspot.com, y la información que contiene es ejemplar del peligro que corren muchas ciudades de nuestro país.
Resulta que los intereses creados andan publicando solicitadas tratando de convencer a los platenses de que la especulación inmobiliaria, la que hace torres y le reserva todo ese sector de la economía a un puñado de empresas grandes, es “progreso”. A fines de 2009, cuando se armó el escándalo del nuevo Código, el slogan era “¿Construcción ya no es sinónimo de progreso?” y lo único que admitía el sector era que sí, que es molesto tener una obra al lado de donde uno vive o trabaja, pero que no es para tanto. Para fines del año pasado, el sector se molestaba en alegar que la construcción no causa las inundaciones y en acusar por los problemas de infraestructura que causan a “la falta de inversión de los respectivos concesionarios”. Pero directamente se negaba a mencionar siquiera los problemas de saturación urbana, excesiva densidad o destrucción de tejido urbano que causan los que quieren llenar todo de torres.
Estas solicitadas fueron y son firmadas por los empresarios del sector y sus cómplices económicos, los representantes locales del CPAU. Es notable cómo este colegio profesional, que tiene la matrícula obligatoria de todos los arquitectos y urbanistas del país a través de los colegios locales, sólo se moviliza cuando se trata de limitar alturas y rezonificar para abajo. En lugar de entender que a menor escala mayor autonomía de sus afiliados compulsivos, el CPAU defiende a los grandes estudios y grandes firmas, que sólo piensan en el arquitecto como empleado.
El estudio de Defendamos La Plata menciona varias dolorosas demoliciones autorizadas por la municipalidad local para erigir edificios grandotes y sin el menor valor estético. También alertan de que en La Plata el 19 por ciento de las viviendas no tiene ocupantes permanentes, o sea son estacionamientos de dólares y no unidades necesarias para alojar el crecimiento de la ciudad. De hecho, el proceso de construir para guardar dólares se acelera cada vez más, llegando el año pasado a medio millón de metros cuadrados permisados. Estos niveles de especulación –metros construidos sin uso inmediato, metros habilitados– son sólo superados en la Capital Federal.
Defendamos La Plata hasta encuentra que el proceso de concentración, lejos de ayudar a dar vivienda a las 15.000 personas que se mudan a La Plata cada año, expulsa propietarios y empuja una ciudad de inquilinos. El censo del 2000 mostró que la capital bonaerense tenía un 72,7 por ciento de propietarios, gente viviendo en su propia casa. Para 2010, la proporción había pasado a 66,9 por ciento, que es el menor porcentaje en el Gran Buenos Aires, en esa provincia y, de hecho, en todo el país. Esto se explica por la enorme distorsión de precios que crea la especulación inmobiliaria, que se rige por pautas de capital y no de personas reales que ahorrar y compran. Así, en el último quinquenio los sueldos reales subieron un 22 por ciento, pero los terrenos en La Plata subieron un 40 por ciento y los departamentos un 32.
Que la industria diga que su actividad no tiene nada que ver con las inundaciones cada vez más peligrosas de la región es pueril. El Código que terminó suspendiendo la Justicia permite más que duplicar el casco urbano construyendo sobre zonas inundables, sube las alturas vigentes entre uno y seis pisos y permite la construcción en altura en más del 50 por ciento de la ciudad. El engendro también creaba un sistema de premios y permisos especiales para aumentar el FOT y la densidad, y poco menos que obligaba a subdividir cuanta chacra o campo quedara a la vista de la ciudad. Estos kilómetros cuadrados de pavimento y cemento, más los kilómetros cúbicos de hormigón, ciertamente afectan el momento en que la lluvia toca el suelo.
En fin, un documento para entender las claves de un negocio que se comporta como las madereras en el Amazonas. Y no sólo en La Plata.