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lunes, 2 de septiembre de 2013

La Plata, Zona de riesgo - Revista Materia Pendiente

Reproducimos la nota publicada en la Sección Ambiente del Número 18 de la Revista Materia Pendiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP http://www.revistamateriapendiente.blogspot.com.ar/


PANORAMA HÍDRICO EN LA REGIÓN
Zona de riesgo
Especialistas, institutos y asambleas venían alertando acerca
de la posibilidad de un anegamiento en la ciudad de La Plata. Sin
embargo, desde el municipio no se tomaron en cuenta esas voces de
alarma. Si bien la cantidad de agua caída el pasado 2 de abril fue
extraordinaria, la magnitud del desastre pudo haberse reducido si se
hubiesen tenido en cuenta las recomendaciones realizadas.

Por Daiana Melón

La inundación del pasado 2 de abril que afectó a la ciudad de La Plata, y en menor medida a los partidos de Berisso y Ensenada, puso en evidencia un riesgo que numerosos especialistas venían anunciando desde hace tiempo. A pesar de que la cantidad de agua que cayó fue sorprendente, la magnitud del desastre podría haberse reducido si se hubieran tomado medidas preventivas y readecuado obras que quedaron desactualizadas frente al exponencial crecimiento que experimentó el partido durante las últimas décadas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el espacio verde óptimo por habitante es de 15m2, estableciendo un mínimo de 10 m2. En los últimos diez años, en la ciudad se redujeron ampliamente los espacios libres de construcción. Si bien la legislación vigente determina que por cada construcción se debe dejar el 40% libre del terreno, en muchos casos esta norma no se cumple, ante la falta de control del gobierno municipal. A pesar de que existen multas ante esta violación, las mismas son irrisorias frente a las millonarias inversiones que realizan las grandes empresas constructoras.
Desde hace años, especialistas, instituciones y ONG’s alertan en torno a la posibilidad de un anegamiento en las antiguas planicies de inundación de los ríos entubados, y en los márgenes del Arroyo del Gato. Sin embargo, el municipio no realizó la adecuación de las obras y permitió que se continuaran impermeabilizando los suelos a partir de las construcciones.
En el año 2006, el Instituto de Geomorfología y Suelos - Centro de Investigaciones de Suelos y Agua de Uso Agropecuario (IGS-Cisaua), dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), realizó y publicó un informe titulado “Análisis Ambiental del Partido de La Plata. Aportes al Ordenamiento Territorial”, en el que presentaba un análisis en torno al riesgo hídrico existente en la ciudad y un mapa de las zonas que se encontraban en peligro de inundación, y los factores que acrecentaban la posibilidad de un anegamiento. En este marco, para analizar lo sucedido, Materia Pendiente realizó varios llamados a la Subsecretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de La Plata, con el objetivo de solicitar una entrevista, pero no dieron ningún tipo de respuesta.

Vía libre al cemento
En las últimas décadas el mercado inmobiliario se desarrolló exponencialmente en Argentina. En el caso de La Plata el crecimiento fue aún mayor. “Entre 2002 y 2009, según la Dirección General de Estadística de
la Municipalidad de La Plata, hubo una tasa media anual de crecimiento de las construcciones del 50 por ciento. Eso es una barbaridad, considerando que a nivel país fue del 17 ó 18”, afirma el geógrafo Gabriel Losano, integrante de la Asamblea Defendamos La Plata.
De esta forma, se modificó notablemente el paisaje urbano de la ciudad. El casco fundacional fue la zona que sufrió las mayores transformaciones, se destruyeron construcciones históricas, se redujo la cantidad de espacios verdes o libres de edificación, aumentaron las alturas de los edificios y se cementaron gran parte de las veredas. Esto se tradujo en una mayor concentración de contaminación del aire y una reducción exponencial de los suelos absorbentes.
“Con las construcciones se acrecienta el índice de impermeabilidad del suelo y de correntía. En el caso de La Plata, en los últimos años, han aumentado mucho, a pesar de que el modelo fundacional contemplaba tener un porcentaje bastante alto de suelo libre de construcción”, manifiesta Losano. De esta forma, al aumentar el número de edificaciones y los espacios pavimentados, el agua no tiene mucha tierra en la cual infiltrar, por lo que, cuando se producen precipitaciones importantes, la misma se concentra y aumenta en el nivel de los arroyos.

En el año 2000, se creó en la ciudad de La Plata, bajo la Ordenanza Nº 9231, un Código de Planeamiento Urbano, el cual se constituyó tras cuatro años de debate entre funcionarios, diversos especialistas y profesionales, acerca de cuáles eran las medidas más adecuadas que debían adoptarse para regular y legislar la construcción en el Partido de La Plata.
Una década más tarde, en junio de 2010, se sancionó el nuevo Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT), sin contar con un debate entre los diversos actores que intervienen en lo referente a la planificación territorial del partido. Sólo se convocó, en ese caso, a cámaras constructoras, inmobiliarias y a unos pocos especialistas. En la normativa, se amplían las alturas permitidas en los edificios, se da vía libre a la construcción sobre humedales y al establecimiento de countries, y a la subdivisión de parcelas en el área frutihortícola de la ciudad.
Tras su sanción, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, -que había sido miembro del Comité que debatió el Código de Planeamiento Urbano del año 2000-, emitió un comunicado en el que planteaba su rechazo al nuevo COUT y afirmaba que “la ciudad es un bien de todos, y por ende la construcción de la misma debe ser consensuada para poder garantizar su sustentabilidad urbano ambiental, social y económica”.
A pesar de los rechazos emitidos desde la unidad académica y desde diferentes organizaciones de la sociedad civil, el COUT no sólo no fue debatido, sino que se dio vía libre a la construcción de torres y edificios. “Se siguió construyendo en las zonas bajas, se siguió ampliando la zona impermeable, no se tuvo en cuenta la ampliación permanente de los desagües pluviales que deberían realizarse, se sigue usando el Arroyo del Gato como una especie de gran desagüe de toda la ciudad”, apunta la geóloga e integrante del IGS-Cisaua, Mirta Cabral.
Por otro lado, la rezonificación que llevó adelante el nuevo COUT permite la edificación sobre territorios bajos, que se encuentran en alarma permanente frente a posibles anegamientos, y que funcionan como una barrera al curso de agua. “Se están ocupando los bañados, y, al ocuparlos, no sólo que se impermeabiliza, sino que se rellenan los terrenos. Si todo eso no se acompaña de obras, sucede lo que pasó: el agua se dirige al Río de La Plata, y al colocar un dique en su camino, como puede ser la autopista o las urbanizaciones, se impide su escurrimiento”, sostiene el integrante de la Asamblea Defendamos La Plata.

Al impermeabilizar las planicies de inundación y las antiguas zonas inundables, el agua llega a los cauces de los arroyos con mayor velocidad, provocando una crecida importante de su nivel. En este sentido, el biólogo Gustavo Bulus, integrante del Centro de Investigaciones en Medio Ambiente (CIMA), de la Facultad de Ciencias Exactas (UNLP), afirma: “Si existen cursos de agua sobre los cuales una buena parte de su superficie está impermeabilizada, el agua corre mucho más rápidamente que si existe un sistema natural, en el cual el curso se hace más ancho o más angosto, y presenta la aparición de zonas vegetadas que frenan la velocidad”.
Además, el aumento del caudal del arroyo provoca desbordes que afectan a quienes habitan en las antiguas planicies de inundación. “La modificación del paisaje natural es lo que da origen a la vulnerabilidad de la gente que está en las zonas adyacentes a los arroyos. Una región que modifica totalmente el medio natural y lo impermeabiliza, hace que el agua caída en cabecera de los arroyos llegue muchísimo más rápido al cauce, entonces no hay manera de que los pluviales, pensados para una ciudad mucho más pequeña, respondan ante semejante cantidad de agua”, manifiesta Cabral.

Aunque no los veamos
Gran parte de los ciudadanos platenses ignoran que bajo el cemento existen cuencas que fueron entubadas hace décadas: el Arroyo Pérez, que ingresa al cuadrado principal de la ciudad por el extremo este; y el Arroyo Regimiento, que penetra por el ángulo sur. Estos son dos afluentes del Arroyo del Gato y atraviesan la ciudad bajo la superficie.
“El objetivo de entubarlos era que la nueva ciudad no recibiera, en su interior, cursos que la atravesaran, entonces los hicieron pasar por debajo. Lo que pasa es que eso implica un riesgo cuando no se sabe cómo va a crecer la ciudad o, en todo caso, se tiene que tener en cuenta que, en la medida que vaya creciendo, hay que adecuarlos”, ya había afirmado la geóloga Mirta Cabral antes de la gran inundación de abril, en una entrevista realizada con este medio en noviembre de 2012. El entubamiento de estos arroyos se realizó hace algunas décadas y, posteriormente, no se realizaron obras de readecuación, ni se llevaron adelante análisis de cuánto había aumentado su caudal.
De esta forma, los cálculos que se hicieron al momento de realizar las obras quedaron obsoletos frente al desorbitante crecimiento de la ciudad de La Plata. “Hay obras de entubamiento que tienen 30 o 40 años. Lo que habría que hacer es un estudio de cuánto se amplió la superficie de inundación, porque después de tantos años la captación de agua no es la misma, por más que las precipitaciones hayan sido estables, y no lo fueron”, asevera el integrante de la Asamblea Defendamos La Plata, Gabriel Losano.
Así, al quedar desactualizado el diámetro de los caños para la cantidad de agua que circula por el afluente, las antiguas planicies de inundación se ven afectadas por los anegamientos. Entonces, hay que tener en cuenta que, si se entuba un arroyo y se construye sobre esa superficie “cuando llueve mucho el agua conserva la memoria de la ley de gravedad e intenta escurrir por las pendientes hacia los colectores (los conductos subterráneos por los cuales se vierten las aguas provenientes de las alcantarillas)”, indica Mario Hernández, director de la Maestría en Ecohidrología, dependiente de las facultades de Ciencias Naturales e Ingeniería de la UNLP. “Pero eso no ocurre, dado que existe una superficie cubierta o a lo sumo una boca de tormenta de la que brota más agua. Con lo cual, si se quiere entubar, hay que hacerlo con mucho cuidado”, aclara Hernández.

Al límite
Frente al avance de la especulación inmobiliaria y a los precios que alcanzan los terrenos en la ciudad de La Plata, una parte de la población, en su mayoría aquella que no cuenta con las necesidades más básicas, se ve obligada a tener que asentarse en las márgenes del Arroyo del Gato. Además de tener que sufrir el contacto permanente con un foco de contaminación y residuos como lo es esta cuenca, las personas se ven expuestas a los anegamientos que pueden llegar a producirse ante eventuales crecidas del cauce (ver Materia Pendiente Nº 8).
“No se puede seguir dejando que la población se asiente en los valles aluviales de los ríos, al permitirlo se están ocupando lugares que corresponden al agua y cuando el río o el arroyo crece no tiene el paso en un valle más ancho, tiene el paso por donde puede”, manifiesta Hernández. A pesar de que gran parte de la población vive en una situación de riesgo, desde la Municipalidad de La Plata no se realizaron obras con el objeto de evitar que la población asentada en las zonas adyacentes al arroyo no se inunde frente a una crecida.
Por otra parte, el grado de polución que existe en el lugar y la ausencia de un plan de limpieza permanente de la cuenca, generan no sólo focos de enfermedades, sino también un bloqueo del curso normal del agua.
“No se tiene en cuenta el grado de la contaminación ni el curso de agua para que éste no trabaje como si fuera una gigantesca descarga cloacal. El Arroyo del Gato en su parte inferior es casi un riachuelo, no hay oxígeno, los únicos animales que se encuentran son tortugas, hay constantes eventos de contaminación, de descarga, se tira basura permanentemente”, subraya Gustavo Bulus. La problemática surge principalmente ante la falta de una política en torno a la vivienda y al uso del suelo adecuada para la realidad que hoy debe enfrentar la ciudad de La Plata. En este sentido, Losano afirma: “No hay una planificación urbana, hay un código de edificación que no quiere decir planificación urbana, lo que está dando como resultado un mayor incremento de los coeficientes de impermeabilidad y de correntía, y esto se suma a la falta de infraestructura hídrica”.

La tragedia que pudo haber sido
En medio de la inundación que afectó a la ciudad de La Plata, Berisso y Ensenada, se produjo un importante incendio en la planta industrial de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), ubicada en el Barrio Mosconi, de Ensenada. “La cantidad de agua caída hizo rebalsar los piletones que cuentan con una mezcla de agua e hidrocarburos. Al rebalsar estas piletas, el combustible derramado fue llegando hasta uno de los hornos de coque, y al entrar en contacto el combustible con el coque, que estaba a unos 500 o 600 grados de temperatura, se produjeron dos explosiones y un incendio muy grande que puso en riesgo a buena parte de la población”, afirma el integrante de la ONG Ala Plástica, Alejandro Meitin.
En medio de la inundación, una numerosa cantidad de habitantes de las zonas aledañas a la destilería debió abandonar su casa a causa del incendio que se estaba produciendo. En relación a esto, Meitin sostiene: “Las personas que viven a metros de la planta, tuvieron que autoevacuarse por miedo a la explosión, en medio de la noche, bajo la lluvia, sin luz, con el agua a la cintura, sin ningún tipo de plan de evacuación, ni por parte del Municipio, ni de la empresa. Tuvieron que irse tapados por una lluvia de coque, y con el Polo Petroquímico temblando a punto de explotar”.
Al bajar el agua, numerosas casas de barrios cercanos a la planta encontraron marcadas sus paredes con un aceite similar al combustible. “Este hollín de coque ha demostrado en gran medida los efectos de esta polución. En realidad, toda esta zona, históricamente, recibe una descarga de hollín en cargas mínimas. La explosión de la destilería nos demuestra en forma muy fehaciente y visualmente muy impactante, cuál es el espacio o el área de la contaminación que día a día nos afecta”, subraya Meitin.
A pesar del grave siniestro y la contaminación del agua que se vio reflejada en las paredes de los hogares, ni desde la empresa, ni desde la institución provincial que debe fiscalizar en materia ambiental, -el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS)-, emitieron declaraciones sobre lo sucedido.

Relevamiento de la Facultad de Ingeniería
Tras lo sucedido el 2 de abril, la Subsecretaría de Recursos Hídricos del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Públicay Servicios de la Nación encomendó a la Facultad de Ingeniería de la UNLP que realice un informe técnico y de diagnóstico en torno al impacto que produjo la inundación en muchos sectores de la ciudad.
Tras la firma del convenio entre el subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación, Edgardo Bortolozzi, y el decano de la Facultad de Ingeniería, Marcos Actis, el departamento de Hidráulica de esa unidad académica conformó un grupo de expertos pertenecientes a la carrera de Ingeniería Hidráulica, contando con un plazo de 45 días para la entrega del trabajo.
El informe fue presentado y difundido durante los primeros días del mes de junio. En él se realiza un estudio pormenorizado en torno a la situación hidráulica del partido de La Plata y de las causas que magnificaron la catástrofe, así como también las consecuencias que ésta acarreó. Además, denuncian que ya existían, desde hacía tiempo, advertencias de que este anegamiento podría ocurrir. El trabajo presentado por Ingeniería establece como uno de los principales orígenes de lo sucedido a “la existencia de zonas altamente urbanizadas emplazadas sobre los propios cauces y zonas aledañas. En esta ocupación de los valles de inundación debe centrarse el origen de los mayores daños registrados durante el evento”, sentencia el informe, y agrega: “La inexistencia de una gestión integral del riesgo de inundaciones debe señalarse como una causa trascendente al momento de analizar las consecuencias del evento, principalmente en lo referente a la pérdida de vidas humanas”.

A su vez, los especialistas que trabajaron en la confección de este informe realizan algunas recomendaciones en torno a lo que debería realizarse para evitar otra catástrofe de estas magnitudes. Plantean que debería confeccionarse un Plan Maestro de Desagües Urbanos, que comprenda desde la cuenca del arroyo Carnaval hasta la del arroyo Maldonado, en el cual se delimiten las zonas de riesgo. Otra de las sugerencias que realizan es la implementación de una estructura organizacional que garantice la gestión integral y permanente del riesgo hídrico.


Las siguientes fotos son ilustrativas de la situación en La Plata y no pertenecen a la nota original de la revista.